De Babel a Pentecostés

Babel, más que un lugar geográfico, hace referencia a una situación que atraviesa al ser humano y a los grupos sociales y por la que éstos y el ser humano también han pasado a lo largo de la historia. La lectura del texto bíblico sobre la torre de Babel (Gn 11, 1-9) es de una profundidad y riqueza desbordante. El ser humano, que poseía “un mismo lenguaje e idénticas palabras”, no sabe descubrir el don y el potencial humanizador de esta realidad y se deja llevar por la soberbia, el delirio de grandeza y la idolatría. El resultado es la confusión de lenguas. ¡Cuántas veces, el ser humano, usando las mismas palabras, no llega a comprenderse ni a entenderse!
Pero Dios no abandona al pueblo en la confusión. En Jesucristo se da el cumplimiento y la plenitud de las promesas del Antiguo Testamento. En Jesucristo el ser humano encuentra la Palabra, que trasciende todo idioma. En la propuesta de amor incondicional al prójimo la persona no sólo alcanza a comprender al otro, sino a comprenderse a sí mismo (por eso tiene sentido amar al prójimo como a uno mismo). En la oración del Padre nuestro la humanidad se reconoce fraternidad.
Pentecostés es el revés que Dios propone a Babel. En Pentecostés (Hech 2, 1-13) la acción del Espíritu Santo provoca la diversidad de lenguas en personas que hablaban las mismas palabras, porque el tesoro de Dios llega a través de la Iglesia a todas las culturas y rincones del ser humano y de las sociedades.
En los centros educativos asumimos el reto de “hablar en distintas lenguas” (cosa que en este contexto trasciende al bilingüismo) para llegar a todas las personas, atendiendo a sus distintas culturas, generaciones, pensamientos, procedencias. Todo un reto, todo un don.
Con ocasión de la fiesta de Pentecostés, comparto una actividad realizada por los alumnos de religión del CDP Santa Rosa de Lima: han buceado en sus raíces y han mirado desde allí a un mismo horizonte desde sus distintas lenguas. Este horizonte común ha sido el Padre nuestro, ideal del ser humano que se encuentra consigo mismo, con el otro recibido como hermano y con Dios percibido como Padre.
¿Quieres saber cómo se escribe y se reza el Padre nuestro en otras lenguas? Nuestros alumnos te lo muestran en este blog